Sunday, July 11, 2010

El poder de la musica

Aveces subestimamos el poder misterioso de la musica. Una simple coordinación de sonidos puede transportarnos a diversos momentos de nuestra existencia, momentos que bien podemos recordar con los ojos llenos de llanto, con una sonrisa picara, o como yo, con arcadas de las nauseas. Hay canciones que no puedo escuchar sin llenarme de una rabia sorda, de dolor, y un sentimiento nauseabundo que no termina de concretarse en la boca del estomago.

Estoy en un momento de mi vida donde precisamente no esta pasando nada, y no me sorprende porque es exactamente la posición en la que me encontraba a esta misma fecha hace un anio, y contrario a lo que dice la gente, cuando hay calma es porque precisamente la tormenta se avecina y las cosas están a punto de cambiar.

Solo que a diferencia de anios anteriores, esta vez no espero que las cosas cambien mágicamente, o mejor dicho, si lo espero, pero trato de convencerme de que no será asi, en parte para no decepcionarme y para no hacerme falsas expectativas. Prefiero no esperar, porque de esta manera no vienen las consabidas desiluciones consigo y yo no quiero nada nuevo que me rompa la rutina, no quiero amores inconmensurables de verano, de esos que se te meten en el alma, te cambian la vida y te dejan mas desechas de la cuenta.

Yo no quiero que me hieran, quiero seguir con mi rutina, la misma que se me hace patética e insportable por lo extremadamente comoda. Yo no quiero percatarme de lo que necesito, no quiero recordar que pasaron demasiadas lunas en todas sus facetas desde la ultima vez que bese deseando, y que otras tantas lunas han pasado desde que me quede sola porque como lo dije hace demasiado tiempo, la dignidad puede ser solitaria, la misma que en estos momentos no me sirve para nada que no sea escribir estas líneas.

Esta noche desde mi escritorio que es mas mesa de sostener el te, con Aretha Franklin cantando de fondo como se siente como una natural woman , las ganas de llorar no me asaltan como en antaño, sin embargo siento un espacio vacio dentro de mi, y no se si es el espacio de los antiguos campos de girasoles que un mal amor de verano incinero la pasada primavera, talvez sea la estampida de egoísmo y falsedad que hubo de mi vida, talvez solo sea yo, y que los enanitos verdes de mi cabeza echan de menos todos los antipsicoticos y los sedantes con los que los mantenía a raya, a base de taquicardias provocadas, el susto de coquetear con la muerte y el zumbido en los odios, ese que llega cuando has tomado demasiadas aspirinas al mismo tiempo.

Me pregunto con que voy a llenar ese espacio, porque las rosas se me antojan demasiado rebosantes de amor, los cactus no podrían nunca por esa mania de herir a quienes le alimentan, solo los girasoles podía soportar porque eran lo único que me importaba en esta vida, por su capacidad de volver a nacer cada dia después de morir un poco cada vez que se va la luz del sol, porque en ellos estoy yo que en la medida que sube la mañana me lleno de alegría y me sale la risa tonta, mientras el sol, ese sol de las películas infantiles, tine todo de amarillo, para luego comenzar a morir con cada rayo que se apaga, desde que comienzan a insinuarse los primeros vestigios de una noche que como todas las demás, amenaza con estar llena de sueños premonitorios que no llegan a avisarme nada porque los olvido antes de despertar.

1 comment:

Lillie Evan said...

sueños que se olvidan antes de empezar: "eso era todo".

:)